La palabra diafragma viene del griego y quiere decir “separación, barrera o muro que separa” y es el término que se ha utilizado para nombrar a uno de los músculos más importantes en el cuerpo humano.

El músculo diafragma, principal motor de la respiración, divide a nuestro tronco en dos partes y juega un papel muy importante en muchas disfunciones y patologías. Este músculo es como un paraguas abierto, que se engancha en los bordes de las costillas más bajas y el esternón, está en contacto con las pleuras pulmonares y con la cavidad abdominal a la vez. Además, tiene dos pilares que se anclan a la columna vertebral lumbar. Su función principal es la respiratoria y también deja pasar el esófago y las venas y arterias del tórax al abdomen.

Pero la realidad es que, aunque menos conocidos, tenemos otras estructuras en nuestro cuerpo que funcionan como diafragmas, uno de ellos es el periné o suelo pélvico.

El periné o suelo pélvico es un conjunto de músculos que cierran la cavidad abdominal por su parte inferior. Consta de dos zonas diferenciadas: una profunda, musculatura postural e involuntaria, y otra superficial, voluntaria y encargada de cerrar los esfínteres. Todos estos músculos se sitúan entre el pubis y el cóccix, y los dos isquiones, cerrando el rombo que se forma entre estos cuatro músculos. Sus funciones son: el sostén de los órganos pélvicos, la función sexual y la continencia de orina, gases y heces.

Estas dos estructuras, aunque parezcan estar lejos y aisladas entre sí, mantienen una estrecha relación, debido a los patrones posturales, las cadenas musculares y las presiones a las que sometemos a nuestro abdomen. Es por todo esto, que un diafragma en tensión, bloqueado o que no se mueve correctamente, va a influir directamente en el funcionamiento del suelo pélvico, y viceversa.

Por eso siempre insistimos en que, para tratar a una paciente que viene con un problema en su periné, primero tenemos que hacer una valoración completa y de la globalidad corporales, pues muchas veces la causa no está en el mismo lugar donde se ha desencadenado la lesión. Esta fotografía general, así como pruebas específicas de cada estructura implicada, es fundamental para poder llegar al verdadero causante de la patología y así poder enforcar el tratamiento de la manera más adecuada. Siempre debemos mirar más allá.

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