Hay un momento en la vida en el que el cuerpo ya no se mueve solo por inercia.
Con los años —y con la experiencia— entendemos que no se trata solo de quemar calorías o cumplir con una rutina. Buscamos algo más profundo: una conexión real con nuestro cuerpo.

Y ahí es donde aparece el ejercicio consciente, una forma de entrenar que encuentra en el Método Pilates su máxima expresión.

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Más allá del ejercicio habitual

Durante mucho tiempo hicimos ejercicio por costumbre: porque “hay que moverse”, porque “es bueno para la salud”, porque lo recomienda el médico o lo dicta la balanza.
El problema es que muchas veces lo hacemos en piloto automático: ir al gimnasio pensando en el trabajo, salir a correr con la mente llena de pendientes. Nos movemos, sí, pero sin estar presentes.

Con el tiempo, esa desconexión se nota: dolores que no entendemos, falta de motivación o esa sensación de estar “haciendo todo bien” pero sin disfrutarlo.

El ejercicio consciente y el Método Pilates

El ejercicio consciente, como propone el Método Pilates, nos invita a entrenar de otra forma:

– Con la mente enfocada en lo que el cuerpo hace.

– Sintiendo cada respiración, cada músculo que se activa.

– Convirtiendo el movimiento en un espacio de diálogo interno.

Así, el ejercicio deja de ser una tarea y se transforma en un momento de bienestar y conexión contigo mismo.